Los transportes del futuro

Las ciudades latinoamericanas aspiran a renovarse en los próximos años sobre el modelo urbano de Asia, América del Norte y Europa, donde se privilegian vehículos eléctricos que resultan rápidos, silenciosos y mejores para el ambiente.

Allí una de las novedades es el halfbike, un híbrido entre la bicicleta y el monopatín (pero se mueve con pedales). A su vez el monowheel ya está empezando a circular en algunos lugares, aunque tímidamente, en América Latina: se trata de una miniplataforma en equilibrio sobre una sola rueda que se propulsa con un motor eléctrico.

Mientras tanto, otros proyectos que parecían utopía se hacen realidad: es el caso de los túneles subterráneos para autos eléctricos o del hyperloop, un modo de transporte de muy alta velocidad. Los pasajeros viajan a bordo de vagones impulsados dentro de tubos al vacío, más rápido incluso que un avión. Varios proyectos ya están en estudio y en fase de prueba en condiciones reales en Francia, la India o Estados Unidos. Elon Musk fue el impulsor del hyperloop hace unos años y actualmente varias start-ups y grandes empresas están desarrollando sus propios sistemas.

La revolución alcanza también al aire: luego de la vuelta al mundo con el Solar Impulse, los pioneros suizos André Borschberg y Bertrand Piccard demostraron que una máquina podía volar gracias a la energía solar. Y aunque falta mucho para que irrumpa en la aeronavegación comercial, la electricidad ya es una realidad y pronto empezarán los vuelos con e-aviones. Cape Air, una empresa de Nueva Inglaterra, encargó unidades a la start-up israelí Eviation para sus viajes entre Nueva York, Boston y Nantucket.

Muy cerca también, los taxis aéreos revolucionarán las ciudades dentro de pocos años, de la mano de Uber y otras compañías colaborativas. Y sin duda el Sea Bubble será otra transformación: se trata de un taxi acuático que flota por encima del agua a buena velocidad. Ya existe y se probó sobre el Sena, en París, mientras queda por definir un marco legal y darle espacios en las nuevas redes de transportes urbanos.

¿Gratuito o pago?

Mientras Buenos Aires optó por un sistema de bicicletas compartidas gratuito, otras ciudades cobran abonos. Varios estudios demostraron que la gratuidad no siempre favorece el uso de los medios puestos a disposición del público: sin embargo, los especialistas demostraron que la movilidad gratis tiene ventajas innegables cuando el transporte colectivo es deficiente, como en América Latina, donde hay pocas líneas de subterráneos y buses antiguos.

En el mundo varias ciudades pasaron a sistemas pagos, como Bolonia en Italia, Seattle en Estados Unidos o Sheffield en el Reino Unido. El caso de Bolonia hace escuela: desarrolló uno de los mejores sistemas de transporte urbano de toda Europa y consigue altas tasas de uso a pesar de hacer pagar a los usuarios.

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