Cartas desde la Provenza

El sur de Francia es una tierra sol, montañas, mar y literatura. La belleza de los paisajes y la riqueza de sus tradiciones inspiraron numerosas obras de arte, relatos y pinturas bañadas por el sol mediterráneo. Uno de los clásicos son las “Cartas desde mi molino”, un volumen de estampas literarias sobre aquella Provenza que recorrió y donde vivió el escritor Alphonse Daudet durante la segunda mitad del siglo XIX.

Popular como pocos, traducido a incontables idiomas, sus relatos están profundamente inspirados por esta región donde nació en 1840, aunque pasó luego buena parte de su vida en París. A pesar de la llegada de nuevas olas literarias, sus obras han permanecido y marcaron profundamente a varias generaciones de lectores, poniendo en el mapa turístico a varias pequeñas localidades que hoy los nostálgicos de sus cuentos y novelas siguen visitando para disfrutar de la conjunción de las montañas y las orillas del Mediterráneo.

Un molino para el recuerdo

Ubicado en el pueblo de Fontvieille, se lo conocía como Moulin Ribet o Moulin Saint-Pierre, pero para todos hoy es “el molino de Daudet”. Construido en 1814, con sólidas paredes de piedra, durante un siglo fue dedicado a la molienda de trigo, hasta que dejó de funcionar en 1915: la llegada de la Primera Guerra Mundial, en la que tanto los hombres como el trigo se destinaron exclusivamente al conflicto, signaron su final. Actualmente está abierto a las visitas y, recientemente renovado, en el subsuelo alberga un museo que ilustra las obras del escritor y recuerdos en torno a su figura.

También el Castillo de Montauban, que figura en el prefacio de las “Cartas desde mi molino”, fue un lugar de descanso y reposo para Daudet. Allí se puede visitar la exposición Fontvieille en historias, que evoca desde los trajes típicos de las “arlesiennes”, las mujeres de Arles (la ciudad provenzal donde vivió Van Gogh) hasta los famosos “santons”, las figuras del pesebre realizadas en arcilla que se utilizan cada año en Navidad para formar enormes cuadros donde están representados todos los oficios tradicionales típicos de un pueblo francés.

La región ofrece varias opciones para familiarizarse con la obra del escritor y sus paisajes: un recorrido familiar de 30 minutos llevará desde la Oficina de Turismo de Fontvieille hasta el Castillo de Montauban, en tanto desde el castillo sale otro paseo de una hora que hace caminar hacia los senderos de Alphonse Daudet. Este camino está señalizado y tiene carteles interpretativos que permiten observar cuatro molinos, testigos del patrimonio y los trabajos de otros tiempos.

Se puede así, tal como le pasó al propio Daudet, encontrar las atmósferas tradicionales del sur de Francia, donde la vida transcurre con otros ritmos y otros acentos, que ya se han perdido en París o las grandes ciudades. El escritor había recuperado los ambientes de su infancia después de una invitación que le hiciera Frédéric Mistral, que fuera premio Nobel de Literatura y era oriundo también del sur de Francia: pasó así por Marsella primero y luego por Fontvielle y Montauban, donde conoció a varios personajes que inspiraron los de sus cuentos. Esa estadía fue solo la primera de muchas otras que realizó a lo largo de 30 años, hasta 1891.

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