Sudamérica y el “turismo de la última oportunidad”
Así se conoce al impulso de los visitantes por conocer lugares que temen de próxima desaparición debido al cambio climático, con los glaciares en primera fila. América Latina tiene varios sitios en peligro.

El calentamiento global está transformando los paisajes y ecosistemas a nivel mundial, dando lugar al llamado «turismo de la última oportunidad», un fenómeno que motiva a los viajeros a visitar sitios en riesgo antes de que desaparezcan o cambien drásticamente. Este tipo de turismo, potenciado por las redes sociales y la facilidad con que hoy se pueden compartir imágenes que dan cuenta de los cambios, genera una mayor conciencia sobre el cambio climático: sin embargo, paradójicamente, también puede acelerar el deterioro de los destinos y representar riesgos para los visitantes.
Alerta glaciares
Un informe de la UNESCO alerta que el 33% de los sitios naturales y el 17% de los culturales del Patrimonio Mundial están en peligro debido a factores climáticos. En América del Sur, algunos de los destinos más amenazados incluyen los glaciares del Parque Nacional Los Alerces en Argentina, que han perdido el 45,6% de su masa desde el año 2000, y los del Parque Nacional Huascarán, en Perú, con una reducción del 15% en el mismo periodo. La Patagonia, con íconos como el glaciar Perito Moreno, es uno de los ejemplos más visibles de este fenómeno. Estudios científicos revelan que la cuenca del río Santa Cruz, a lo largo del siglo XXI, tuvo una de las mayores tasas globales de pérdida de masa glaciar, casi el doble que el promedio, en parte gracias al notorio retroceso de los glaciares Viedma y Upsala.
El turismo en la región viene experimentando un boom debido a la urgencia de los visitantes por conocer estos lugares antes de que se transformen de manera irreversible. En El Calafate, los turistas acuden masivamente para ver el Perito Moreno, un glaciar que, si bien es estable en comparación con otros, está retrocediendo cada vez más a medida que avanza el calentamiento global. La pérdida de masa de hielo se notó más especialmente entre 2015 y 2023. Los visitantes recorren las pasarelas del Parque Nacional Los Glaciares o se embarcan en catamaranes para observar de cerca el desmoronamiento de los bloques de hielo. A medida que crece el flujo de turistas, también aumenta el riesgo de accidentes en actividades como el trekking sobre glaciares, donde el deshielo genera grietas y sumideros más peligrosos.
El Parque Nacional Huascarán, en Perú, enfrenta desafíos similares, con sus glaciares en continuo retroceso. La pérdida de masa glaciar no solo afecta al turismo, sino también a las comunidades locales, que dependen del agua proveniente del deshielo para sus necesidades básicas. La vulnerabilidad de los destinos sudamericanos se suma a la de otros sitios icónicos como el Kilimanjaro en Tanzania, los Pirineos en Europa y los glaciares de Nueva Zelanda, todos amenazados por el calentamiento global.

Destinos insulares
Sin embargo, el “turismo de última oportunidad” no se limita solo a los glaciares. Sitios costeros y marinos, como la isla de Pascua en Chile, también están en riesgo por la subida del nivel del mar, que podría inundar sus famosas estatuas moái en las próximas décadas. Según la Unesco, el 60% de los bosques del Patrimonio Mundial y dos tercios de las reservas marinas de carbono azul también enfrentan degradación debido a eventos climáticos extremos y la acidificación de los océanos. En la costa peruana, las reservas marinas también están bajo presión, con cambios químicos en las aguas que afectan la biodiversidad. Las islas del Caribe no son ajenas al fenómeno: más allá de fenómenos como el sargazo, la población de algas que se incrementó excesivamente debido al recalentamiento de las aguas, hay islas amenazadas por la suba de las aguas del mar, igual que en el Pacífico Sur.
El turismo de la última oportunidad es, en este contexto, una paradoja. Si bien contribuye a la economía y sensibiliza a los visitantes sobre los efectos del cambio climático, también plantea desafíos de sostenibilidad. El aumento de visitantes puede poner una carga adicional en los recursos naturales y afectar la estabilidad de los ecosistemas frágiles. Precisamente por eso los especialistas advierten que el turismo en estos lugares debe gestionarse de manera responsable para mitigar el impacto ambiental. Proponen la implementación de sistemas de alerta temprana, restricciones en el número de visitantes y campañas de educación ambiental para que el turismo no se convierta en un catalizador de la degradación que busca evitar.