Una travesía mágica por el Oriente antioqueño

Muy cerca a Medellín se encuentra esta subregión que ofrece una propuesta innovadora, donde la cultura es la protagonista de una experiencia que entrelaza las tradiciones ancestrales, gastronómicas y artísticas de 4 municipios: El Carmen de Viboral, La Ceja, El Retiro y Marinilla. 

Los destinos colombianos están cada vez más cerca de alcanzar su recuperación y el Oriente antioqueño avanza con paso firme en este proceso de reactivación. Para lograrlo, esta subregión ofrece una propuesta innovadora. Se trata de la ruta del Oriente antioqueño, la cual hace parte del nuevo proyecto del departamento, denominado ‘Antioquia Experimental’, donde la cerámica, los cultivos de flores, la ebanistería, la trova, el arte religioso y la gastronomía son solo algunos de los protagonistas. A continuación, un pequeño viaje por esta experiencia.

Marinilla, el inicio de la travesía

A tan solo 30 minutos del Aeropuerto José María Córdova se sitúa Marinilla, el primer destino visitado, conocido también como la “Esparta colombiana”, debido a que, durante la Independencia, los hombres de su tierra protagonizaron varias batallas para el logro de las mismas. Por tal motivo, “el destino se ha convertido en un gran centro cultural, declarado como Monumento Nacional”, indicó Jaime Rincón, guía de Gema Tours.

Al ser una tierra de historias, la Casa de la Cultura de la ciudad es un sitio imperdible que ofrece al turista una variedad de actividades. Una de ellas consiste en aprender diferentes tipos de trovas y técnicas para escribirlas, donde al mejor estilo de La Fiera y Pulgarcito, reyes nacionales de la trova, los turistas tienen la oportunidad de entonar sus mejores versos al son de una guitarra. La inspiración continua gracias al escultor Luis Alberto Soto, quien además de presentar su exposición de figuras religiosas, dicta clases de modelado de esculturas en barro.

Dentro de este lugar, también se encuentra el Museo del Cristo, el cual atesora la colección más variada de cruces, cristos y crucifijos del mundo. Son 2760 piezas de este tipo, las cuales fueron donadas por Roberto Hoyos en el 2005 después de pasar 35 años coleccionándolas. Allí los viajeros pueden deleitar exquisitos pasabocas como el buñuelo de maíz capio y las famosas arepas antioqueñas. De camino en la carretera, un infaltable es visitar a doña Fanny Giraldo, con el fin de endulzar el paladar mientras se aprende a preparar merengones, el tradicional postre de la región.

En cuanto a hotelería, en pleno corazón de las montañas antioqueñas, Cannúa es el experto de conectar de manera responsable a los huéspedes con los ecosistemas locales, ofreciendo experiencias de aventura y comida gourmet.

El Carmen de Viboral, pinceladas de tradición

Al segundo día por la región, los turistas pueden desplazarse hasta la cuna de la cerámica artesanal: El Carmen de Viboral. El principal atractivo son sus fábricas de cerámica. Por ello, al llegar a este lugar, los turistas pueden ir al Museo de la Cerámica en la Casa de la Cultura para aprender sobre la producción de este producto, el cual se remonta hacia 1898, año en el que llegó el empresario Eliseo Pareja al municipio y fundó un año después la Locería del Carmen, dando paso así a la creación de diferentes fábricas.

Para conocer más a fondo esta tradición, se recomienda visitar la fábrica Cerámicas El Dorado, donde se puede experimentar el proceso de transformación de la cerámica en un taller de más de 70 años de historia. Allí se puede tener contacto con la maquinaria y los procesos artesanales de la época y participar del proceso de modelado, pulido y decoración.

Entre los nuevos atractivos del municipio se encuentra el Paseo del Ángel, un estrecho callejón comercial cubierto por sombrillas de colores, frases de antaño en las paredes y un mural de cerámica con la figura de dos alas al final del pasillo, por lo que es un clásico para una fotografía. Otro lugar digno de una postal es la plaza principal del destino, donde se encuentra un obelisco decorado con cerámica y la iglesia Nuestra Señora del Carmen, una de las pocas del país que exhibe a un cristo en su fachada. Antes de abandonar este destino, no se puede dejar de visitar la cafetería La Especial, que con una ambientación de momentos históricos del Carmen de Viboral y su tradicional chorizo de punta, recrean un momento único entre el sabor y la historia.

Al momento de hospedarse en el municipio, el Hotel Casa Rosé inspira tranquilidad y confort, por lo que es ideal para descansar con tranquilidad.

La Ceja, una herencia que florece

Al tercer día por el Oriente, se aconseja emprender una nueva aventura en una tierra que representa dos insignias del territorio colombiano: las flores y el ciclismo. Se trata de La Ceja, un municipio conocido en toda América Latina, como “El pequeño Vaticanito”, pues su territorio alberga a casi 25 comunidades religiosas.

Una vez allí, los invitados visitaron Jardines de San Nicolás, una empresa exportadora de flores, que permite a los turistas recorrer los cultivos de más de cien variedades de crisantemo en una amplia gama de colores y aprender todo el proceso de producción, a través de un medio de transporte que es orgullo y patrimonio para los locales: la bicicleta.

En horas de la tarde, el turno es para Alma del Bosque, una compañía que cuenta con un cultivo de flores para exportación llamado San Isidro, el cual atesora 15 hectáreas sembradas en hortensia blanca. Por medio de un recorrido guiado, los invitados aprenden sobre el proceso de cultivo, caminan entre las flores y atraviesan un sendero ecológico, donde pueden observar una gran variedad de plantas nativas. Al terminar, Daniel Piedrahita, dueño y fundador de la compañía, presenta su colección de orquídeas “la más grande de Colombia”, donde se puede observar más de 3000 especies y 2500 híbridos de este tipo.

En la noche, para hacer un homenaje al campo colombiano, se recomienda visitar la empresa de Lácteos San Sebastián, la cual nació en 1999 en Zipaquirá y que ahora también tiene sede en el Municipio. Durante la visita, se puede degustar de una amplia variedad de exquisitos quesos.

El Retiro, un aroma que encanta

Durante el penúltimo día de esta travesía, los visitantes pueden llegar hasta el Retiro, para dejarse cautivar por la tradición histórica y cultural del municipio, el cual es llamado como la “cuna de la libertad”, pues allí se liberó al primer grupo de esclavos en el país por parte de doña Javiera Londoño.

El casco histórico de este lugar encanta por sus casas de arquitectura colonial y el decorado de sus fachadas, por lo que caminar por sus calles y visitar las tiendas que bordean el centro es un plan para todos los gustos, pues se encuentran alternativas como Casa Enso, una galería donde se puede contemplar obras de arte contemporáneo; Le Montañeré, ideal para degustar una taza de café; o el taller de mueblería Correcaminos, donde se puede vivir la experiencia de tallar madera.

Al finalizar la tarde, el recomendado es visitar la Cervecería Torre Alta, “que atesora la única bebida del mundo que salió de la mezcla entre la cerveza y el ciclismo”, donde degustaron y aprendieron sobre el proceso de este producto artesanal.

¿Buscando un alojamiento cerca de la zona? El Hotel Lagoon Llanogrande, ubicado en la zona de Rionegro, es ideal para un merecido descanso. Al finalizar esta travesía, los turistas sabrán porqué el Oriente antioqueño es una combinación entre tradición y cultura, que ofrece experiencias memorables y verdaderamente mágicas.

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