Santander, tierra de pasos firmes y patrimonio memorable

Barichara

Santander es cuna de innumerables paisajes naturales y arquitectónicos que representan hoy, uno de los principales atractivos turísticos para nacionales y extranjeros. El departamento, situado en la cordillera de Los Andes, está conformado por 87 municipios agrupados en seis provincias; entre calles empedradas, casonas con grandes puertas de madera, e iglesias imponentes, sus habitantes cuentan anécdotas que rememoran el legado cultural de la región.

Una ruta de historia y tradición

Tres municipios: Barichara, El Socorro y San Juan de Girón, encabezan esas joyas emblemáticas de Santander, pues están dentro de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, un programa del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCIT), en el que han sido declarados como «Bienes de Interés Cultural Nacional”. Estos son destinos imperdibles de la Ruta de los Comuneros, la oportunidad perfecta para conocer los lugares donde se gestaron las ideas independentistas.

Las construcciones en tapia pisada de finales del siglo XVIII, son protagonistas en las postales de Barichara, el pueblito “más lindo” del país. Ubicado a tres horas de Bucaramanga y a 255 kilómetros de Bogotá, el municipio está adornado por casas y edificios pintados de blanco y elaborados en tapia pisada, que funcionan como restaurantes, hoteles, cafés y bares. Su arquitectura colonial y mágica, ha sido la locación ideal para telenovelas, películas, y festivales de cine como el Festival de Cine Verde de Barichara (Festiver).

El Socorro, por su lado, guarda las memorias del movimiento revolucionario, que desterró a las autoridades realistas el 10 de julio de 1810; sus esquinas aún evocan la herencia independista, firmada en una casa alegórica del municipio. Es la tierra de próceres como Manuela Beltrán, Antonia Santos, Juan Francisco Berbeo; y también la del gran compositor José Alejandro Morales, ícono de la música andina colombiana.

San Juan de Girón, llamada “la ciudad blanca”, ha sido reconocida por el buen estado en el que se conservan las 46 manzanas de su zona colonial. Su centro histórico se mantiene intacto, y las obras de los siglos XVI, XVII y XVIII, hacen que los visitantes viajen en el tiempo. Es un pueblo que causa una admirable armonía por sus calles, plazas y plazoletas empedradas, localizadas a tan sólo siete kilómetros de la capital santandereana. 

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